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APRENDIZAJES: EMPRESAS 'MÁS HUMANAS'

¡No me enamores al personal!

El joven escuchó en silencio la arenga de su jefe, socio-director de una PyME de una ciudad española.

-¡No quiero que me enamores a la gente, quiero que los hagas trabajar más!

Cuando pudo esbozar unas palabras, Julián intentó no exaltarse.

-Yo no enamoro a la gente, simplemente busco complicidad, formar un equipo de trabajo armónico, sin desconfianzas, de buen rollo.

El señor González estalló:

-¡Que buen rollo ni leches! Aquí se viene a trabajar, a realizar la tarea para la que se les paga, para producir resultados, ¿entiendes?

La discusión era recurrente. Julián no podía hacer más por explicar a la dirección de la empresa que lo que él hacía era, simplemente, generar un buen clima, mejores relaciones... y mejora de resultados, aunque eso se vería más adelante.

Su estilo había variado radicalmente las prácticas de antaño: ahora se permitía un buzón de sugerencias (que no de quejas), se convocaba una reunión semanal para exponer puntos de vista que incluía a todo el personal, se había aprobado una flexibilización del horario para permitir que la gente pudiera gestionar sus temas personales, se había implantado una especie de evaluación del desempeño para obligar a los jefes a dedicar un tiempo a su equipo en una conversación con propósito...

-¿Sabes lo que ocurre? ¡Es que tienes a la gente comiendo de tu mano y está muy bien para tu ego, pero no para la empresa!

Julián, pese al entusiasmo que le embargaba ante esta revolución positiva del ambiente de trabajo, sabía que no tenía la aprobación de su jefe, que con cada vez más frecuencia lo citaba a su despacho para recriminarle lo mismo.

-¿En qué nos beneficia que la gente esté contenta? No veo más productividad, más ventas, ni siquiera disciplina, esto parece una ONG.

Julián, que además de responsabilizarse de los RRHH, tenía a su cargo la supervisión de la organización de la planta de fabricación, había transformado el clima de manera sustancial. Se consideraba un 'líder/coach' y ejercía como tal, pero pese a todos los avances logrados, no había podido hacerle entender a sus superiores que los resultados ya llegarían...

Al cabo de unos meses, Julián fue despedido. El directorio estaba disgustado con él por 'la liberalidad que demostraba en el ejercicio de sus funciones'...

Julián fue vitoreado por todo lo alto de la empresa, excepto por sus superiores.

Lo curioso es que, al cabo de un año, esta PyME se convirtió en una empresa mucho más potente. Las iniciativas habían surtido efecto y en especial una de ellas, que propuso una línea de productos inusual que propulsó la facturación en mercados emergentes.

Cuando le preguntaron al señor González, en una reunión de la asociación que nucleaba a las empresas más innovadoras, el porqué de tal éxito, respondió, rotundo:

-Perdimos el rumbo por un tiempo pero supimos rectificar a tiempo, aprender de los errores y devolver la disciplina y el orden, base del progreso y el éxito.

Julián, que justamente estaba presente como representante de otra empresa competidora, rió tan fuerte y sin parar que sus compañeros, con quienes compartía mesa y protagonismo, no entienderon qué le ocurría.

Y acto seguido, llamaron a Julián para que recogiera el premio a mejores prácticas de personal del año...

 

 

 

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