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ESPIRITUALIDAD COTIDIANA: TU MELODÍA FAVORITA

  • marianotamagnini
  • 26 nov 2012
  • 2 Min. de lectura

Cierra los ojos. Sí, solo por un momento. ¿Ya está? ¡Muy bien! Ahora quédate así por un momento… Y en este instante de relax, piensa en alguna canción, pero no en una que te guste, más bien ¡una que te encante! ¿La tienes? ¡Genial!


Ahora recrea, siente, vibra: esos acordes, esa sensación maravillosa que susurra cinestesia, esa emoción que te envuelve y que permanece allí, aun cuando no hay más notas desplegándose en el ambiente…


A menudo sentimos, como dijo Schopenhauer, que en la música todos los sentimientos vuelven a su estado puro y el mundo no es sino música hecha realidad. Ese mundo tan físico, tan tangible, tan terrenal, se evanesce y queda lo importante: nuestro yo.


Despojados de esa identificación mental, ahora somos quien realmente somos. Sin ambages, circunloquios ni parloteo. Donde anidan nuestras grandes verdades, donde el espejo refleja verdad y el tiempo deja paso a la eternidad.


Ahora pregúntate: ¿qué hay? Es el alma que habla. Lo ha hecho siempre, pero tan aturdidos como estamos, su dulce murmullo queda opacado por la cotidianeidad, aunque su presencia siempre permanece. ¿Lo sientes ahora? ¿Y a qué esperas para dar rienda suelta a la alegría de conectar con ella?

En el silencio que ahora puebla tu existencia, en ese minuto donde todo pierde sentido, tienes a tu alcance el universo todo. Pregúntale, inquiere, conversa… desciende a las profundidades de ti mismo, y logra ver tu alma buena. ¡No te arrepentirás!

Reflexión asociada:

El arte es el placer de un espíritu que penetra en la naturaleza y descubre que también esta tiene alma.

Auguste Rodin

Cualquier melodía, parafraseando a Chagall, es sobre todo un estado del alma. Busca esa canción, elévate y vuela, que el alma tiene ilusiones como el pájaro alas y es lo que la sostiene, como decía Víctor Hugo. ¡Vamos, a qué esperas! Un manto de nueva luz recubrirá tu ser. Ya lo decía el gran genio Leonardo Da Vinci cuando expresaba que ‘a veces presiento que mi alma está en sombras, entonces me inclino, te beso, y hay luz’. Es de esa luz que reclama tus sentidos de lo que hablamos.


Y recuerda, cuando te estremezcas porque un puñado de notas revolotea en tu corazón, ya lo sabes: es el alfabeto del alma que te llama para bendecirte, incansable, regalándote sus dones. ¿Música, maestro? Es que el maestro has sido siempre tú…


Relación de Contenidos:

 
 
 

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