¿QUÉ PUEDE HACER LA NEUROCIENCIA POR TU CARISMA?
- marianotamagnini
- 4 oct 2015
- 4 Min. de lectura

Días pasados, en un taxi, el chofer me inquiere, cuando le digo la dirección a la cual me dirijo, si era en tal hotel, porque en él había una importante convención y el tráfico estaba imposible. Sí, le digo de forma automática, voy al seminario de Neurociencia aplicada al coaching, en el subsuelo, la convención es en la primera planta, creo. Se produjeron unos segundos de silencio y su frase me retumbó, nítida: ¿Sabe? Pese a que no soy un científico, yo podría decir humildemente que utilizo la Neurociencia aplicada al taxi… Porque he aprendido muchísimo leyendo y ejercitándola, e intento hacer uso con mis pasajeros. En ese instante desee que el viaje se prolongara, el diálogo se tornó apasionante. Me contó que, cuando veía las caras de las personas, podía intuir algunas cosas. ¿Cómo lo hace?, indagué, curioso. Me respondió con una ráfaga de frases lúcidas: pues mire usted, según el semblante trato de interpretar cómo se siente el pasajero, intento adivinar observando sus gestos, la mímica me dice mucho, mis sentidos incluso me ayudan a sentir cómo se sienten… Lo interrumpí, intrigado. ¿Y qué busca con todo ello que hace? Me miró con cierta displicencia a través del espejo antes de contestar: ¡Hombre, ayudarles a sentirse mejor! La llegada a destino dio por finalizada la conversación, lamenté el breve tiempo del que dispusimos.
En los días siguientes me quedé pensando en el simpático caso de Neurociencia aplicada al taxi como un ejemplo válido de utilización de nuevos descubrimientos científicos que descienden a la superficie del profano, como tú o yo, y se hacen aplicables a la vida ordinaria, fuera del laboratorio de investigación, donde realmente importa, donde ocurren las cosas. Y animado por ello, decidí indagar, sin ningún rigor estadístico pero bajo la premisa de plasmar experiencias, qué distingue a los directivos con carisma. Cabe añadir aquí que, desde el prisma de la Neurociencia, y tras una larga trayectoria de investigación, se ha llegado a la conclusión de que el carisma no es una característica de la personalidad, sino de que las personas consideran a otra carismática cuando se identifican con ella o cuando creen tener algo en común con dicha persona, por lo tanto, el grado de carisma que se asigne a un directivo dependerá no solo de él, más bien de sus colaboradores, porque se crea principalmente en la mente del espectador, y no por la consecuencia de las circunstancias de la realidad…, ¡toma! :-)
Para mi trabajo de campo escogí, de forma alternada, algunas de las cinco características que se le suponen a un directivo carismático, con los aportes de Robert House y Warren Benis, y principalmente el estudio empírico de Jay Conger y Rabindra Kanungo, de la Universidad Mc Gill:
Que esté convencido de su visión y sepa transmitirla
Que sea ejemplar en su comportamiento
Que inspire y consiga sacar el mejor rendimiento de sus trabajadores
Que logre apoyar y desarrollar las fortalezas y talentos de sus trabajadores
Que motive a sus trabajadores a encontrar por sí mismos soluciones creativas a los problemas
En mis siguientes procesos de coaching ejecutivo realicé una exhaustiva exploración personal acerca de estos factores, ya por preguntas directas, ya por análisis de comportamientos, ya por charlas informales con miembros del equipo, y al cabo de unas semanas, fui capaz de lograr una pequeña estadística con resultados dignos. En todos aquellos considerados carismáticos, se repetían tres condiciones:
Convencido de su visión para transmitirla
Inspirador para sacar el mejor rendimiento de su gente
Que motive a los suyos a encontrar soluciones por sí mismos.
Lo de ser ejemplar en su comportamiento no se mencionaba para nada (raro, eh), y lo de apoyar y desarrollar fortalezas se lo veía prototípico de un ‘líder-coach’, no tanto de un líder con carisma.
Bien, ya estaba listo para la siguiente fase: ¿cómo se hace para tener carisma, se puede aprender?
Según la Neurociencia, no es un don, innato, se puede aprender, aunque a unos se les dé mejor que a otros, y con la práctica se mejore. Los ejercicios más importantes:
Relajación, pero de esa que emana paz consigo mismo
Autoestima, pero de esa que irradia confianza y seguridad, sin aspavientos ni ego
Sentimientos, pero de quien no teme mostrar sus emociones más claramente que los demás
Lenguaje corporal, pero de ese que involucra la expresión de su cuerpo como parte de la comunicación
Reflexión, pero de esa que surge bien pensada, interesante, sirve de ayuda o es graciosa
Lenguaje, pero de ese que cuida el tono, la velocidad, el ritmo, y sobre todo, suena vivo, auténtico, nunca monótono
Contacto visual, pero de ese que invita a compartir, nunca intimida o rehúye la mirada
Interés, pero de ese que demuestra genuina atención, se mantiene concentrado y rezuma interés por el otro
Aquí los resultados fueron dispares, no pude evaluar ni extraer conclusiones relevantes, solo diré que todos los (líderes) carismáticos que observé tenían, como cuando de niño compraba dulces, un poco de cada…
Al fin, para terminar este tema, me quedo asimismo con lo que dijo Olivia Fox Cabane, autora de un interesante libro sobre el mito del carisma (para ella se basa en tres elementos: presencia, poder y calidez) acerca de que una persona puede aumentar o reducir los niveles de carisma solamente con la adopción de comportamientos específicos, como si se tratara del dial de una radio. Por cierto, ¿qué emisora sintonizas tú? :-)
‘A veces el carisma de una persona es de tal índole que se infiltra, atravesando nuestras defensas, nuestros prejuicios y nuestras necesarias inhibiciones y se adentra directamente en nuestras entrañas’. (Peter Hoeg)
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