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HONESTAMENTE, ¿QUÉ ES LO PEOR QUE TE PODRÍA PASAR?

  • marianotamagnini
  • 12 sept 2014
  • 3 Min. de lectura

Me siento con un periódico del domingo (sí, todavía intento mantener ese hábito) y no puedo evitar sentirme abrumado ante lo que leo, conforme avanzo en sus frondosas páginas: un devastador terremoto por aquí, un asesinato masivo por allá, testimonio de un guardaespaldas que cuenta los aterradores sucesos de violaciones que cometían estando de servicio (ebrios), unas monjas que obligaban a unas pequeñas a trabajar varias horas al día para hacer artesanías, una familia al completo revolviendo la basura que tiran los restaurantes, una persona que llora literalmente de alegría cuando le confirman un puesto de trabajo... y en fin, para qué añadir más.

Viene a mi mente entonces una pregunta que hago siempre a mis clientes, sobre todo en coaching ejecutivo, cuando no ven la salida y están muy angustiados: ¿qué es lo peor que te podría pasar?


A ver: me cuentan que en su trabajo están (muy) mal, algo que está sucediendo cada vez más ante esta crisis de época; que, además del estrés laboral, tienen grandes problemas con su pareja, sus relaciones personales, etc.; que se encuentran mal de salud y que van al médico y siempre este termina recetándole algo para los nervios (psicosomático, que le dicen...) pero que continúan encontrándose mal; que sienten que en cualquier momento todo se irá al diablo y que no saben qué es lo que harán entonces, que hasta han pensado en lo peor... ¡Alto ahí!

Recapitulamos al instante: ¿tienes tus dos manos y tus dos brazos?, ¿tu mente funciona bien?, ¿tu cuerpo no padece ninguna enfermedad mortal?, ¿tienes la libertad de elegir?, ¿puedes comer cada día?, ¿tienes luz, gas, agua?, ¿respiras aún?


En ese momento se dimensiona la situación -específica y personal- y se la pone en el contexto adecuado. En el 99% de los casos reaccionan, comprenden que nada es tan grave como parece, que los empujones de la vida son, en general, como dar un salto a un nuevo umbral de conciencia, donde se (nos) cuestiona todo lo que dábamos por cierto (la tan remanida 'zona de confort').


Salir de ese estancamiento mental, abrir los ojos a nuevas situaciones sin dramatizar, afrontar (enfrentar) los innumerables problemas, retos, desafíos... reclama más de lo que creemos poder superar, pero, en mi experiencia, muchas veces es la patada en el culo (¡con perdón!) que necesitaban para modificar situaciones rígidas que solo les aportaba infelicidad.


¿Qué me dices tú?



Reflexión asociada:


"El significado de la libertad es adquirir una nueva conciencia, una nueva visión de las cosas".

Henry Miller


La libertad de que disponemos no es gratis, conlleva muchas responsabilidades... como la de resolver, constantemente, encrucijadas vitales. Alguien dijo que la única certeza en la vida es el cambio. Y claro, el cambio involucra un proceso psicológico en el que intervienen emociones, pensamientos, motivaciones y acciones. ¡Uff! ¿Por dónde comenzar? Tal vez te parezca que rever pensamientos, gestionar emociones, analizar motivaciones y revisar acciones presupone una titánica tarea por delante y que eso no es para ti... quizás; pero, a menos que esperes a que se te cuestione todo de golpe mediante eso que llamamos cosas de la vida, pues casi mejor ir entrenando un poco, eh. :-)


​Y a propósito, ¿qué es lo mejor que te podría pasar una vez que pienses en lo peor que te podría pasar?​​ ¿Te lo has planteado alguna vez? ¿Y qué tal si lo haces ahora?



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