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LOS PREJUICIOS, A EXAMEN...

  • marianotamagnini
  • 30 sept 2014
  • 2 Min. de lectura

Sí, ya sé, hay montones de ejemplos como el de este vídeo: persona que es rechazada por un sector de la sociedad y cuyo valor es inmenso en alguna rama de arte, ciencia o deporte. ¿Causas del rechazo? Nada nuevo: por color, por género, por sexualidad, por etnia, por aspecto..., poco importa que, en este caso, este joven cuente que su familia lo echó de su casa, a los 18 años, por su condición de gay. Lo mismo da, podría haber sido por freaky, por nerd, por falso intelectual, por usar gafas, por no estudiar una carrera 'tradicional', etc. ¿Absurdo, no? Tanto, como lo que cada día se enciende en nosotros cuando, al encuentro de determinados disparadores, reaccionamos de igual manera que los progenitores de este estupendo futuro artista, 'atacando lo que es diferente a nuestra forma de ver las cosas' (la nuestra, sí, esa que es tan perfecta y no admite discusiones). ¡Lo que nos perdemos por esta insensata forma de actuar!


¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio.

Albert Einstein

Decía el pensador ruso Piotr Kropotkin que 'la historia del pensamiento humano es similar a las oscilaciones del péndulo. Luego de un largo periodo de sueño ocurre un despertar y entonces se libera de las cadenas con las que los gobernantes, magistrados y clérigos la habían atado. Critica severamente lo que se le enseñara y desnuda la vanidad de los prejuicios religiosos, políticos legales y sociales. Entonces investiga, transita por los caminos desconocidos, hace ricos descubrimientos imprevistos y crea nuevas ciencias'.


¿Puedo proponerte un juego? Intenta, un día al mes, soltar cualquier prejuicio que sostengas. Deja todo concepto, idea, opinión acerca de alguien o algo por veinticuatro horas, solo eso. Mira más allá de esas distorsiones que alteran la percepción neutra de la realidad, libérate de todo corsé y solo fluye. Hazlo y verás.

Ah, y este juego está dirigido, como decía Emile Armand, a los descontentos consigo mismo, a aquellos que sienten el peso de cientos y cientos de siglos de convencionalismos y prejuicios, a aquellos que tienen sed de verdadera vida, de libertad de movimiento, de actividad real y que no encuentran alrededor más que maquillaje, conformidad y servilismo.

¿Tenemos un trato?






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