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EL PODER DE DECIR 'NO'... Y DE DECIR 'SÍ' CUANDO SIEMPRE DICES 'NO'...

  • marianotamagnini
  • 21 mar 2015
  • 3 Min. de lectura

La abuela de un buen amigo aprendió a usar el ordenador portátil por simple necesidad. Como se encontraba lejos de su tierra y no podía leer por la mañana los periódicos que allí se editan -costumbre que adquirió en sus últimos años-, aprendió a buscarlos en la Web y así continuar con su ritual diario. Su nieto intentó convencerla, pese a sus sempiternos 'no', hasta que la persuadió mediante un ejemplo, lo que hizo que al fin se diera cuenta de lo bueno de tales sugerencias.


Ahora, con este ejemplo en mente, piensa en cuántas veces has dicho 'no' ante alguna sugerencia o propuesta determinada, esa que te invitaba a comenzar algo y que, solo por el hecho de considerarte 'muy viejo/a', 'sin las habilidades necesarias', la 'maldita falta de tiempo' u otras razones, rechazaste de plano...


Lo que nos lleva a la pregunta del millón, que sí deberías responder(te) con absoluta sinceridad:

¿A qué cosas dice ‘no’ solo por inercia?


Hay un viejo cuento que dice que 'en nosotros existe una semilla dispuesta a germinar en cuanto nosotros declaremos que este es el momento de iniciar su crecimiento'.


Estar abierto al aprendizaje de lo nuevo es una competencia esencial que nos ayuda a ser más efectivos, aumentar nuestra productividad y mejorar nuestra calidad de vida, ya que el futuro se muestra más promisorio para aquellas personas que saben cómo ampliar continuamente su aprendizaje. La sola posibilidad de reconocer que hay cosas que no sabemos aún, la capacidad para salir de nuestras propias creencias (‘esto no es para mí’, ‘yo no soy bueno para eso’, ‘yo no puedo’), la habilidad de reconocer lo que es necesario hacer, la decidida búsqueda del aprendizaje de lo que declaro no saber, el saber pedir ayuda a los que saben más que nosotros; la flexibilidad para transitar la incertidumbre hasta llegar a la nueva situación deseada y la capacidad de ser un aprendiz eterno no tiene que ver con ser listo sino curioso.

Esta venerable anciana comenzó a hacerse preguntas acerca de si valía la pena o no entrar en ese mundo de la informática. Constituía todo un reto, una entrada a un lugar nuevo y desconocido. Pero enfrentado desde la confianza en trascender los límites a través del aprendizaje y desde la actitud de cuestionar toda certeza —soltando las respuestas conocidas—, esa inercia que todo lo puede y que siempre está referenciada a las experiencias pasadas, pues desaparece el ‘yo no necesito aprender’ con su consecuentes resistencias y aparece, al fin, el gran poder de las preguntas, que nos hace cuestionarnos y considerar, como un buen primer paso, la posibilidad de adentrarnos en los beneficios de seguir aprendiendo.



Reflexión asociada:

"Por mi parte yo no se nada con ninguna certeza, pero la visión de las estrellas me hace soñar".

Vincent van Gogh


Cuando te encuentres en tu vida ante esa oportunidad de decir ‘no’ por inercia recuerda esto, no te apresures, da un paso hacia atrás y vuelve a pensar en la respuesta. Puede que ese ‘no’ al que nos acostumbramos a repetir pueda convertirse primero en un ‘no sé’, para luego constituir un ‘tal vez’ y, en esa espiral de intenciones, termines expresando ‘sí’, una afirmación que puede abrirte un mundo nuevo, que cuestione tus viejas formas de hacer y decir y, sobre todo, te permita ascender un peldaño en tu propia escalera de vida.

Por cierto, la abuela no solo lee periódicos en Internet, también ha aprendido a escuchar la radio de diversos países, leer sobre temas que le interesan (cocina, literatura, cine) y hasta se ha impuesto la meta ¡de estudiar idiomas en un curso virtual!


Y a propósito del poder inmenso de las preguntas, esas invitaciones irresistibles a pensar y que abren territorios nuevos que explorar, una última cuestión: ¿qué cosas estaremos perdiendo ante cada ‘no’ que decimos por inercia?


 
 
 

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