SER UN (GRAN) LÍDER EN EL SIGLO XXI
- marianotamagnini
- 28 abr 2015
- 3 Min. de lectura

Este fin de semana estuve participando del «Spirituality & Creativity in Management World Congress», en Esade, una oportunidad magnífica para tomar contacto con ideas, conceptos, realidades y ambientes que destilan nuevas formas de entender y gestionar los ámbitos laborales.
Hubo participaciones notables, ponentes de muy altísimo nivel (Peter Senge, Richard Boyatzis…), que nos dejaron un maravilloso sabor de boca, sí, pero de entre todas, me quedo con dos, justamente las del día sábado: Naomi Tutu y Jaume Gurt. De la contribución de la espiritualidad africana (Ubuntu) al futuro de las relaciones en el management y el entorno laboral,; la una; y de la influencia de la gestión espiritual y altruista en la felicidad, la creatividad y la productividad de los empleados (la historia de Infojobs), la otra.
Y el factor común de ambas fue la búsqueda incesante para entender nuestra humanidad, de reconocerla y regocijarnos en ella, lo que deja abierta la puerta a la crucial importancia de la espiritualidad, entendida como la integración de valores supremos (compasión, respeto, integridad, sinceridad) que contribuyen a crear éxito en las organizaciones (o deberíamos decir ‘organismos’, como se dijo en una de los plenarios) y que generan genuina felicidad, ¡sí, felicidad!, ese factor menoscabado en tiempos pretéritos de rentabilidad, codicia e insolidaridad.
Escuchar a Naomi fue conectarnos a nuestra esencia, a esa piel interior que late bajo la ropa de trabajo y que sofocamos a base de mal hacer. Nos recordó que ‘somos lo que somos en función de lo que todos somos’, lo que significa que una persona es abierta y está disponible para los demás, los respalda y sabe que pertenece a una gran totalidad, un enlace universal de compartir, que conecta a toda la humanidad, a través de la humildad y la empatía. Formidable disertación de esta gran dama, casi una réplica femenina del gran Mandela, no temo confesar que me hizo derramar algunas lágrimas.
Luego, el caso Infojobs. Sobresaliente Gurt: nos enseñó el caso de la empresa, recorrimos juntos su cultura, valores, beneficios, resultados. Un verdadero fenómeno en estos tiempos de IBEX y crisis sistémica, un ejemplo de cómo se puede propiciar una cultura laboral basada en la felicidad, y que anima a los directivos a ejercer su labor desde una perspectiva espiritual, centrándose en aspectos importantes para los trabajadores que forman parte de ese equipo, y logrando con ello más productividad e innovación. ¡Qué ganas de pertenecer a una empresa como esa!, como expresó una asistente al congreso, en el turno de preguntas. Representó el sentir de gran parte de los que estábamos allí.
De tanto contenido, de tantas vivencias compartidas, de tanta energía fresca, reflexioné acerca del rol del líder en el siglo XXI: se trata de personas que inspiran con el ejemplo; que facilitan la mejor versión de todos los miembros de su equipo; que no temen mostrarse vulnerables, porque son los rasgos de humanidad los que nos unen; que se adentran en terrenos desconocidos para acceder a nuevos umbrales de descubrimiento; que resuenan con los grandes ideales de un mundo más equilibrado, justo, pacífico, creativo; que se adentran en los vericuetos de la verdadera espiritualidad, esa que irradia nuestra verdadera luz y alimenta el Ser que somos, e ilumina el camino de otros para converger, todos juntos, en la creación de una vida más rica, plena, libre, aun desde el trabajo y como proyección benefactora hacia la sociedad a la que deberían servir.
Me decía Simon Dolan (entrañable en su académica profesionalidad) que había «organizado este congreso para intentar entender más el concepto de espiritualidad aplicado al management». Creo que al final hemos comprendido, de manera cabal, que es la mejor –¿y única?– vía hacia un mundo sostenible. Benditas las personas que, con sus proyectos, alimentan lo que ya dejó de ser una utopía para convertirse en una acuciante necesidad. Gracias a todos por compartirlo en este estimulante congreso.
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