ACERCA DE VALORES (II)
- marianotamagnini
- 3 jun 2015
- 3 Min. de lectura
Alguien escribió «la solución comienza por cada uno de nosotros; luego, la crisis es... de valores».
Cuenta un conocido relato que un científico, que vivía preocupado por los problemas del mundo, estaba resuelto a encontrar los medios para disminuirlos y pasaba días y días en su laboratorio, en busca de respuestas para aquellas dudas.
Cierto día, su hijo pequeño invadió su lugar de trabajo, decidido a ayudarlo en su cometido. El científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro sitio, pero viendo que era imposible quitarlo de allí, el padre pensó en algo que pudiese darle con el objetivo de distraer su atención por un largo rato. Se encontró entonces con una revista que enseñaba un mapa del mundo, ¡justo lo que necesitaba! Con unas tijeras recortó el mapa en varios trozos y, junto con un rollo de cinta autoadhesiva, se lo entregó a su hijo con una consigna: “como sé que te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo en pedazos para que tú lo repares sin ayuda de nadie”.
El científico calculó que al niño le llevaría mucho tiempo componer el mapa, ya que lo desconocía por completo debido a su corta edad, por lo que se dispuso a volver a su tarea.
Mas no fue así. Pasado un breve tiempo, escuchó la voz del niño que lo reclamaba: “Papá, papá, ya hice lo que me has pedido, he conseguido terminarlo”.
El padre no dio crédito a las palabras del niño. Pensó que se habría aburrido y que querría entrar a jugar. Desconfiado, el científico levantó la vista de sus anotaciones con la certeza de que vería el trabajo digno de un niño, pero para su sorpresa, el mapa estaba completo y perfectamente ensamblado. “¿Cómo había sido capaz de lograrlo si no conocía la existencia del mundo como tal?”, se preguntó el padre.
El niño, que pareció leer su mente, le respondió feliz: “papá, yo no sé cómo es el mundo, pero al otro lado de la hoja había una figura de un hombre. Así que volví a mirar los recortes y comencé a recomponer al hombre, que sí conozco bien. Y entonces, cuando conseguí 'arreglar' al hombre, también había logrado 'arreglar' el mundo”.
Exigimos responsabilidades (que las tienen) a instituciones de carácter estatal, municipal, comarcal, etc., pero... ¿Cuál es nuestra responsabilidad ante la crisis? ¿Qué podemos hacer? ¿Cuáles son las acciones que deberíamos intentar? ¿Es la crisis un fuerte nivelador de la conciencia global?
A ver, como el tierno relato precedente, ¿nos hemos 'arreglado' nosotros mismos para luego verlo plasmado en el mundo que habitamos? ¿Qué valores imperan hoy en nuestras vidas que sobrepasan todo mecanismo de control para llevarnos a este estado actual de cosas?
Sí, la crisis es global, tal vez porque la carencia de algunos valores esenciales han sido reemplazados por una realidad que parece no premiar, entre otras, la cultura del trabajo, el esfuerzo bien entendido, la permanente innovación y el espíritu de superación, ese que sólo cuenta con el talento de sus (más) optimistas emprendedores.
Muchos sentimos que estamos ante el umbral de un inmenso cambio en la humanidad. Para algunos, atemorizante, para otros, intrigante, pero para todos, absolutamente desconocido. Entonces..., ¿cómo nos posicionamos de modo individual ante esta 'nueva era' que parece vislumbrarse?
Creo, sin temor a equivocarme, que debemos sostener todos los valores fundamentales que hicieron grandes a aquellas naciones que, envueltas en grandes guerras y sus consecuentes desastres, se sobrepusieron a ello a través de incansables dosis de trabajo, dignidad, esperanza y tantos otros valores. Preguntadle a vuestros abuelos, ellos os dirán, de seguro, qué era lo realmente importante, qué valores presidían su cotidianeidad y cuánto de lo que ahora percibimos como indispensable en nuestras vidas, no lo era entonces.
Reflexión asociada:
"Sé el cambio que deseas ver en el mundo".
Ghandi
No es tiempo de sermones, claro que no, pero cada cual sabe íntimamente qué mundo querría para sus hijos o para sí mismo para, desde allí, realizar su propio análisis y toma de conciencia de la propia responsabilidad... para obrar en consecuencia ante este nuevo desafío.
Es decir, pon en acción esos valores fundamentales que te sostienen y en los cuales se basa tu vida. Compártelos y difúndelos, y escucha cuáles son los de tu entorno. Luego reflexiona sobre ello y sigue adelante en pos de superar esta crisis (individual y grupal). Como antes lo hicieron tus antepasados. Tan simple y tan difícil como suena.
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